“Una familia es un accidente maravilloso”, sentencia Soledad Silveyra, aunque a su personaje en “Dos locas de remate” le cueste admitirlo en plenitud.
La actriz y Verónica Llinás compartirán esta noche, desde las 22, el escenario del teatro Mercedes Sosa (San Martín 479) con la comedia de Ramón Paso dirigidas por Manuel González Gil, en la gira que realizan por todo el país para acercar un texto que habla del reencuentro entre dos hermanas muy distintas entre sí, luego de dos décadas de alejamiento, a partir del fallecimiento de su madre.
La obra ganó el premio Estrella de Mar este verano en Mar del Plata como la mejor comedia en escena. La sinopsis anuncia que esas hermanas mantienen un duelo divertido y desopilante, donde tendrán que superar su pasado para poder tener un futuro, dando lugar a una disparatada tragicomedia que muestra el trasfondo social de las complejas relaciones familiares. “Todos estamos a un paso de la locura”, sentencia la presentación.
“Elaboramos nuestros personajes desde el trabajo, transpirando la camiseta, peleándonos, encontrándonos, respetándonos. En esta obra nos potenciamos unas a las otras, desde formaciones totalmente diferentes. Siento que somos un buen dúo, lo que logramos con mucho trabajo. El texto tiene la crueldad de ciertos lugares de la familia; yo vengo de una familia cruel y conozco mucho de lo planteado en esta obra. Para mí las situaciones vividas no eran de humor, pero esta puesta me dio la posibilidad de reencontrarse con esas situaciones tremendas con el sentido de sobrevivir siempre. Agradezco los hechos difíciles que debí superar”, describe para LA GACETA.
La mano del director sirvió para ofrecer un acompañamiento especial a dos actrices de fuste y larga trayectoria, que vienen de orígenes muy diferentes. “Debe ser muy complicado dirigirnos, pero él es un maestro”, señala.
Silveyra admite que la locura del título es casi una marca registrada del país. “Hay algo que nos pasa a los argentinos, que no sabemos resolver”, reconoce.
En el juego escénico, estas mujeres son protagonistas de sus destinos, algo que Soledad sabe en carne propia. “Soy una vieja feminista, 10 años mayor que Verónica, lo que es mucho tiempo en nuestra generación. Desde los 12 años aprendí a ganarme el mango y a ser respetada en el medio artístico y jamás me pasó nada, nada, nada... Me cuidaron toda la vida, en mis 58 años de trabajo. Adoro a las chicas jóvenes; a veces siento que se van un poco de mambo, pero para eso son jóvenes. Yo me considero una loca linda, me amigué mucho con esa palabra”, destaca.
En su recorrido por el país, pasaron por Mendoza, donde al final de la función hubo un accidente (un auto arrolló al público que las estaba esperando en la puerta del teatro), hecho que la conmovió especialmente: “fue algo inédito, inesperado, trágico estamos en contacto con las familias y eso nos tranquiliza muchísimo. Personalmente, me mató”. Esa sensibilidad a flor de piel, ese vínculo de la artista con su gente es lo que caracterizó su carrera, y se podrá comprobar en su escala tucumana, cuando las “locas” vuelvan a escena.